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Una estrella con cero ego ya tiene agentes de talento haciendo fila. ¿Es Tilly Norwood el futuro de la actuación o el fin de la profesión?

Durante el reciente Zurich Summit, un congreso de cine marcado por la tecnología, el estudio Xicoia presentó a su nueva «estrella»: Tilly Norwood. Su aparición causó un impacto inmediato, no por su trayectoria, sino por su absoluta inexistencia.

Tilly no es una persona, ni un avatar; es una actriz de inteligencia artificial que ha sido construida por algoritmos, entrenada con miles de rostros y gestos hasta parecer única y estar «lista» para un rol protagónico.

Lo que hasta hace poco era una idea futurista, hoy es una realidad tangible: agentes de talento ya han manifestado interés en representar a Tilly, y podría firmar su primer contrato antes de fin de año.

La tentación de la eficiencia en Hollywood

La propuesta de Tilly Norwood es una tentación irresistible para una industria obsesionada con la eficiencia. Tilly ofrece un rendimiento perfecto y sin drama:

No tiene agenda ni se agota.

Puede actuar en varios idiomas y modificar su edad en segundos.

No improvisa, no enferma y no exige renegociaciones de sueldo o cláusulas de exclusividad.

Es el producto ideal: máximo rendimiento, mínimo riesgo. Su rostro, aunque inventado, ha sido modelado para sonar empático, con movimientos animados a partir de bibliotecas de captura corporal. Su carta de presentación fue un sketch digital llamado AI Commissioner, inofensivo pero funcional.

El debate ético y la sombra de las huelgas

Naturalmente, la irrupción de una actriz de IA ha encendido un debate urgente sobre la ética y el futuro del trabajo en Hollywood.

La actriz Melissa Barrera fue contundente en redes: «Si tu agente representa actores de IA, busca otro agente».

Las preguntas clave giran en torno a los derechos de imagen: ¿fueron usados rostros humanos reales sin permiso para entrenar a Tilly? Aunque Xicoia afirma haber generado todo de forma ética, no hay detalles sobre el origen de los millones de datos faciales utilizados.

Este dilema revive la tensión de las huelgas de guionistas y actores de 2023, donde la regulación del uso de la IA fue uno de los puntos más críticos. ¿Dónde queda la experiencia humana en la actuación si una figura sin alma puede emocionar?

Tilly Norwood no es la primera figura digital en la esfera pública, pero sí la primera que aspira a ser una actriz de catálogo. Lista para sostener una franquicia entera, sin envejecer ni pedir un aumento salarial.

Mientras los despachos discuten contratos millonarios, el dilema final recae en el público: si puede emocionar, ¿importa que no exista? Su éxito, en última instancia, dependerá más de la aceptación de la audiencia que del avance de la tecnología.

Fuente: Cadena3.com